Metamorfosis para la función: Rosina/ave/Humana.
La excelencia y la emoción adquiere un nombre: Rosina Gil, bailarina caleidoscópica, que ahora, mucho se ha hablado y otro tanto escrito. Aunque nunca alcanza, nada es suficiente, porque tiene la particularidad de sorprendernos en cada aparición, ya sea por su perfil bajo o por la magia de sus actuaciones.
Dejará un vacío en el BNS, dado que pocas figuras poseen su altura, la majestuosa elegancia, acompañada de la pasión, sensibilidad y distinción que le imprime a cada personaje.
Diversas etapas.
En los ciclos que tiene la vida, Rosina Gil decidió “colgar las zapatillas” en la institución artística donde se inició, cerrando así el bucle. Es muy difícil llegar a ese día, donde por última vez se mira en ese espejo y guarda su caja de maquillaje; ya que jamás volverá a ese camarín a vestir y calzar para la escena. No obstante, por ser una genuina artista, versátil y activa, seguirá incursionando en la Danza Contemporánea, escribiendo sus memorias, dirigiendo su propia compañía, investigando en la gestión cultural y en todo lo que pueda surgir.
Estamos frente a una polifacética artista, que luego de egresar de la Escuela Nacional de Danza, a la edad de 17años, entró al SODRE y de allí comenzó su periplo, que a grandes rasgos abarca, Paraguay, Barcelona, en el Ballet de Carmen Roche, Río de Janeiro con Deborah Colker, quien quedó fascinada con su danza. Rosina Gil ha bailado todos los protagónicos de las prestigiosas obras que ha representado, llevándola a ser nombrada en el año 2011 por la exigente revista Dance Europe, entre las 100 mejores bailarinas del mundo, pero por su discreción -y su delicadeza al evitar la exposición mediática- en general, no lo menciona.
En el año 2018 se integra a “Le Cirque du Soleil”, donde adquiere una óptica diferente, en un mundo desconocido, más divertido, más amplio, con otras características, menos coercitivas, sin tantas asperezas ni rivalidades como el mundo del ballet. Pese a ello, retornó a sus orígenes, y en el año 2021 fue nombrada -con toda justicia- Primera Bailarina del BNS, algo que se había postergado en el tiempo.
El período de la pandemia, por su confinamiento, le ofreció la oportunidad de escribir y protagonizar “Varada”, un espectáculo donde soltó su imaginación, resultando una poetisa del espacio.Lo inmediato será su espectáculo “Amor”, donde debutará oficialmente como coreógrafa, que veremos pronto en la sala Hugo Balzo.
Para Rosina Gil el escenario es su hábitat, su sitio, su lugar; confiesa que le gustaría cantar y actuar en teatro. Esto último, es un rasgo que algunos bailarines deberían explorar. Un ejemplo es Daniel Galarraga, una presencia en el escenario, destacable por su porte y biotipo, donde en la composición y pantomima de papeles característicos nos surgía la siguiente pregunta: ¿Cómo será en una representación teatral? puesto que agregar su voz sería sólo un complemento, ya que los recursos para canalizar la esencia de un personaje estaban ahí presentes.
Rosina Gil aprendió las técnicas, pero sabe muy bien que dominarlas, tener destreza, no constituye un arte; va más allá de saber ejecutar los cánones estéticos. Ella siente la danza con pasión, libertad y rebeldía, es una versión vernácula de Isadora Duncan, que no todos supieron valorar. Es auténtica, cautiva con su virtuosismo, emociona, conmueve, se muestra tal cual es, de ahí el título de su libro: “After Ballet, la imperfecta vida de una bailarina”. Ella menciona de forma muy natural estar en terapia, situación que se hace visible cuando habla de: “negación, duelo, aceptación”. De todos estos estados anímicos, en los cuales seguirá “buceando”, encontrará, y con ello veremos, la profunda cantera estética que surgirá -más allá de los perfectos movimientos de su cuerpo- deslumbrándonos con su espontaneidad.
Cisnes, mitos y fantasías – (Swan Lake).
Es curioso cómo están presentes los cisnes en nuestra cultura occidental, y las relaciones que derivan de ello. En el mito de Leda y Zeus, éste toma la forma cisne para seducirla. Cuando la Pavlova vivía en Londres, contaba con un estanque personal, para “copiar” los movimientos acuáticos de las aves, de ello surge un vínculo muy particular con Jack, su cisne preferido.
Existe una fantasía popular al presentar estas aves majestuosas -dentro de los múltiples símbolos- como el amor romántico, que muchas veces es un producto kitsch; y en otros casos muy creativo.
Las artes han sucumbido al encanto de los cisnes, en la música además de Tchaikovsky, se interesaron, Sibelius, que los observaba directamente en ese bucólico paisaje de Finlandia, donde se inspiró al componer la “Suite Lemminkäinen”, que incluye “El cisne de Tuonela”. Muy conocido es el ballet: “La Muerte del Cisne”, que el coreógrafo Fokin tomó de: “Carnaval de los animales”, obra de Camille Saint-Saëns.
De la antigüedad quedan mosaicos y frescos pompeyanos sobre el mito de Leda y Zeus, ya que estos decoraban las habitaciones donde dormían y mantenían relaciones sexuales. En este contexto se relacionaba mucho con el erotismo, situación que fue tomada por numerosos pintores, variando de lo etéreo y romántico a lo más voluptuoso. Entre los pintores cabe destacar a Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Rubens, Moreau, Dalí y en los más actuales Nikolay Kalmakov, quien presenta a Zeus como un cisne negro. Por otra parte, François Boucher, pintor rococó presentó un hermoso cuadro sobre este tema, en 1742 con un gran éxito, aunque dos años antes, había realizado una obra de pequeño formato -sobre este mito- para un coleccionista privado, dónde la escena íntima es vista por un “Voyeur”, allí expresa una refinada sensualidad, acorde al período Rococó, muy permisivo en la aristocracia francesa.
Adiós a una estrella.
De acuerdo a todo lo antes mencionado, no es de extrañar que el joven coreógrafo brasileño Juliano Nunes, tomara la música de Tchaikovsky -el segundo acto de “El lago de los Cisnes”- para crear un nuevo argumento, más cercano, más social; puesto que está relacionado con un pensamiento comunitario, donde se desarrolla la vida, no exenta de caos, de libertad, que incluye el amor en diferentes facetas y se respetan las elecciones, los caminos que se puedan optar o recorrer con infinita energía.
Tchaikosvky, hubiera disfrutado mucho del final, se hubiera sentido comprendido. La vida tiene otros ritmos, es cíclica, los tabúes van y vienen, en tanto las emociones y el talento persisten.
En esta puesta los cisnes son de ambos sexos -y por ende no usan tutús- están cubiertos por una malla color carne, en un acertadísimo vestuario, contrastando con la cámara negra y realzado por una excelente iluminación; donde la danza contemporánea y la pantomima destacan a cisnes vitales, sexuados, cuya carnalidad representó el coreógrafo sin perder el romanticismo.
Esta característica nos remite al poema de Delmira Agustini, El Cisne:
“Pupilas azul de mi parque/ es el sensitivo espejo/ de un lago claro, muy claro!… Tan claro que a veces creo/ que en su cristalina página/se imprime mi pensamiento. / Flor del aire, flor del agua/ alma del lago es un cisne/con dos pupilas humanas, / grave y gentil como un príncipe;/ alas de lirio, remos, rosa…/ Pico de fuego, cuello triste/y orgulloso, y la blancura/ y la suavidad de un cisne…/ El ave cándida y grave/ y la suavidad tiene un maléfico encanto;/ -clavel vestido de lirio, / trasciende a llama y milagro!… / sus alas blancas me turban/ como dos cálidos brazos;/ ninguna testa ha caído/ tan lánguida en mi regazo; ninguna carne tan viva, / ha padecido o gozado:/ viborean en sus venas/ filtros dos veces humanos! / Del rubí de la lujuria/ su testa está coronada:/ y va arrastrando el deseo/ en una cauda rosada…/ Agua le doy en mis manos/ y él parece beber fuego; y yo parezco ofrecerle/ todo el vaso de mi cuerpo…”.
En consecuencia, es muy simbólico que el personaje de Rosina Gil fuera un cisne fecundado, ya que se trata de la fertilidad en el arte, puesto que la biológica es más simple. Finalmente, cabe destacar la profunda simbiosis: Bailarina- Cisne-Coreógrafo, que se materializó en un momento muy especial, pues, tuvimos el honor que esta obra fuera un estreno mundial y que coincidiera con el retiro de una inquieta bailarina que tiene por delante, mucho para decir y crear en diferentes lenguajes.
En otro orden, cabe señalar el significado social presente en sus distintas actuaciones, ya que la bailarina privilegia su actividad -con un público diferente- en hospitales, con escolares; sobre todo rurales, donde es frecuente que estos niños asistan por primera vez a representaciones de este tipo.
A Rosina Gil, no le decimos: ¡Adiós! sino: ¡Hasta muy pronto!
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