
El descubrimiento de la geometría/ L. Camnitzer
Mi alma recuerda un corredor soleado
y paños de lluvia de todos los colores,
y un trozo de cielo entre los árboles,
al llegar al zaguán y la vereda.
Y vi cables y rieles del tranvía
y una vidriera de maniquíes
que me infundieron miedo.
Y un trozo de luz celestial, escenario de cielo:
cirios, cálices, vinajeras, mantos, campanillas,
incensarios, velas, sotanas, sobrepellices y un atril.
He sido monaguillo, patio de colegio, con práctica de fútbol incluida;
aulas frías, pupitres y tinteros.
Un poco más lejos, almacenes y aljibes
con hondas pupilas de negros licores,
carros y pregones en verano;
casas ricas y casas pobres
no tan estacionales.
Y conventillos y pestillos
y celosías donde espiar la vida
a montoncitos
Tentaciones bien servidas, misteriosas.
Muchachos y muchachas más carnales,
advinieron, y fondearon
y sentaron sus reales
en el patio del fondo,
donde hicieron hecatombes
a las que tuve la fortuna de no ser invitado.
Ya mis dioses se habían retirado:
aunque un poco curioso
me quedaba
aunque no era convidado.
De pronto desperté en balcón ajeno,
Mi madre se había ido
y en la prisa,
no me encontró
y me dejó olvidado.
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