irene6
El arte ha representado siempre los acontecimientos que han pautado la historia de la humanidad. Las imágenes que se transcriben reflejan: el período helénico, la Edad Media, el Renacimiento, el Realismo pictórico español, el sentir religioso, la infancia desprotegida, la pubertad y un colectivo sufriente.
El desamparo según el diccionario es la situación o estado de la persona que no recibe ayuda o protección que necesita.
Es decir, el desamparo está vinculado al abandono y esto el arte lo recoge, lo tiene presente, ya sea porque nacemos solos, vivimos soledades y morimos solos.
En el período helénico, la escultura : “El Gálata moribundo”, nos muestra una impactante forma del final de la existencia:
Esta creación, “El Gálata moribundo” o “Galo moribundo”, es la copia de una escultura griega anónima, realizada para señalar la victoria obtenida sobre sus enemigos.
Se trata de una obra muy realista -se especula que su cara tal vez estuviera pintada- y nos muestra a un guerrero con cabellera y bigote al uso de los galos.
Si bien esta figura recuerda a quienes los griegos han vencido, destaca la valentía de sus adversarios, quienes curiosamente acudían desnudos al combate.
Es una estatua que inspiró a muchos artistas, entre ellos a Lord Byron en el poema: “Childe Harold´s Pilgrimage”.
Cuando se tuvo conocimiento de esta escultura, se pensó que representaba a un gladiador.
Más tarde, se llegó a saber que integraba parte de una representación mayor, donde puede apreciarse en otro segmento, al “Gálata Suicida” creación tan conmovedora como esta.
Dos ángulos diferentes de la cabeza -de la estatua arriba mostrada- donde se ve el detalle del Torque: Collar de metal que usaban los celtas.
Cuando nuestra mirada descubre la espada rota y la herida sangrante en su pecho, puede comprender el desamparo de este hombre esclavizado, que ya no tiene más esperanza.
En la Edad Media se advierte que la situación de desamparo, se detecta en las obras de arte tanto al comienzo como al final de la vida.
De esto surge, que aparezcan vírgenes más humanizadas.
Es el caso de “La Virgen María Lactando”, escultura en mármol realizada para la Iglesia Santa María della Spina, atribuida a los Pisano, (hay dudas sobre su autoría, algunos creen que fue el padre y otros el hijo).
Cabe destacar que representa la fragilidad del recién nacido. Aún “siendo hijo de Dios”, hay que cuidar y alimentar, como a cualquier mortal en su comienzo de vida, puesto que no sobrevive al abandono.
La Desamparada. = La Derelitta. (Atribuido a Sandro Botticelli).
Este cuadro se inscribe en los comienzos del Renacimiento y está rodeado de misterio.
En principio se pensó que estaba vinculado a la mitología romana (a Rea Silvia).
El dato más certero es que el origen de esta obra, tuvo lugar en el taller de Botticelli, aunque no sólo su mano intervino en él.
La clave de esta pintura está en las ropas -prenda de la izquierda-que aparece en el suelo, donde entre sus pliegues se encuentran las iniciales F. L., en un signo gráfico combinado.
La identidad del rostro cubierto, alude a Lucrezia Buti, que protagonizó esta historia:
Fray Filippo era un adolescente florentino que tomó los hábitos en el Convento de Carmine. Allí, comenzó a pintar tomando de modelo a la joven monja Lucrezia Buti.
El amor nació entre ellos y se fugaron juntos.
El Papa Pío II por mucho tiempo negó la disolución de sus votos, cuando lo hizo, ya habían nacido bajo “pecado”, sus dos hijos: Filippino y Alexandra.
Fue un escándalo en toda Florencia, pese a que se casaron ni bien se los liberó de los votos.
Es curioso que el pintor, luego de este hecho, siguiera firmando todas sus obras como Fray Filippo Lippi.
Su hijo Filippino – era alumno de Botticelli-se sentía humillado por su origen, hecho conocido por todos.
Es probable que por esta razón el maestro le diera protagonismo a su alumno, dado que se sentía representado en la figura de su madre, también socialmente rechazada.
El cuadro describe, el llanto de alguien frente a una puerta que permanecerá cerrada.
El Desamparo. Pintura de 1884 de Lino Casimiro Iborra.
Como puede apreciarse es un lienzo que representa a un joven sumido en la extrema pobreza.
En el fondo aparecen las torres de una Iglesia sólida y rica, como contrapunto de la situación de este hombre, que puede tener o no, la salvación en el papel que está leyendo.
Escultura: “Jesús desamparado”, de Timothy Schmalz.
Este autor canadiense, nos muestra en esta escultura los pies de Cristo lacerados por los clavos de la cruz. Es una obra que tiene réplicas en diferentes zonas del planeta. La imagen más llamativa es la que a continuación fue captada por el ojo, siempre avizor, de un fotógrafo. Estamos frente a un hecho estético, donde la vida imita al arte.
Escultura: “Cristo sin hogar” de Timothy Schmalz.
En este caso, el mismo autor presenta a un Cristo pidiendo ayuda, al mismo tiempo que en su mano aparece la cicatriz de la crucifixión. Esta obra se encuentra implantada en la Iglesia de Siracusa.
Es interesante el tratamiento de estos volúmenes, puesto que se debe buscar, en un plano más profundo, el rostro de las creaciones.
“Las niñas de la cañada” de Miguel Budini.
La escultura pertenece al artista cordobés Miguel Ángel Budini, fallecido en 1993 .
Él llamaba a esta obra, de niñas pobres, descalzas y ojos huecos: “mis negritas”.
Las interpretaciones sobre esta realización plástica, como sucede siempre es subjetiva, aunque en este caso, la versatilidad de sentimientos llegará a un punto común: la falta de protección y de asistencia a la infancia.
“La Pubertad” de Edvard Munch.
Entre sus múltiples obras, el artista representa a una niña en el momento de la menarca.
Hecho crucial para ella, puesto que siente el desconcierto al ser despojada de su infancia.
Si bien hay otros referentes ya conocidos, como La Pietá de Miguel Ángel, la Piedad de Roettgen y más; el tema del desamparo no es exclusivo de las artes plásticas. Es sin duda, esta expresión la más gráfica, pero tanto la música, sobre todo la ópera, la literatura, con un exponente pesimista como Leopardi y otros, se han ocupado sobre destinos de abandono y desamparo.
Por último, para citar un desamparo colectivo, está:
“La gran hambruna”– de Rowan Gillespie.
Esta serie de esculturas, son hombres y mujeres demacrados por la hambruna que azotó a Irlanda.
Esta circunstancia condujo a un movimiento de emigración fuera del país. Los barcos transportaban indigentes, enfermos y desvalidos, motivo por el cual, adquirieron el nombre de “buques de la muerte”.
El autor se considera influenciado por Edvard Munch, rasgo que se puede observar, en el patetismo de cada rostro aquí expresado.
Suscríbase para recibir las últimas novedades de TEND directamente en su casilla de mail.
» Ir al formulario