(A propósito del film: La chica danesa) :primera entrega.
“La pintura es la amante de la belleza y la reina de las artes”.
Nicolás Poussin.(1594-1665).
La exclusión de la mujer.
La vida de las mujeres dentro del arte es más compleja, dolorosa e injusta, pero no obstante, más rica que la del resto de los mortales.
Durante mucho tiempo, el sexo femenino estuvo excluido de todas las manifestaciones estéticas, sin lograr obtener nada de ese campo que les estaba vedado. Esto sucedió,hasta que las mujeres tomaron actitudes de rebeldía, que se diferenciaron en matices o en hechos más contundentes, a través del momento que les tocó vivir.
Lo primero que la mujer necesita, es que se la reconozca como ser humano, que se la trate como tal , ya que aspira a tener derechos y por ello va a luchar.
La supremacía masculina.
Recordemos, que desde la antigüedad griega al período isabelino, el teatro fue interpretado por hombres, en todos los géneros que correspondían a los papeles actorales. Otro tanto ocurrió en la danza, al extremo que la esposa italiana de Enrique II, Catalina de Medici, introdujo el ballet en la corte francesa que fue bailado por hombres. Su evolución era de tal modo, que a Luis XIV lo llamaron Rey Sol. Este apodo, no resulta de sus extravagantes atuendos, derivó del personaje: Sol, que él representó con un calzado de tacos rojos. Estos, más tarde, se convertiría en distintivo de la aristocracia.
No escapa la pintura de situaciones semejantes. Es una manifestación artística, que en principio, fue reservada para el sexo masculino; ya que podía comprender y dejar constancia de las gestas heroicas de sus congéneres.
El papel de la mujer en la pintura.
La mujer invade esa zona privada, de la cual el hombre se apoderó, el terreno del arte. A través de los siglos en la pintura la mujer fue tomada como “objeto” y no como “sujeto”, ya que no se le admitía en otro contexto.
Si nos remontamos a la Edad Media, en el Siglo VI, las monjas en los conventos eran copistas e ilustradoras sobre cueros, papiros, pergaminos de pasajes de La Biblia y manuscritos religiosos. La más célebre fue la abadesa Hildegarda de Bigen en el SigloXII, dedicada al misticismo, la música, la escritura y la pintura.(1)
Ese fue el precio que tuvieron que pagar algunas mujeres, buscar refugio en la religión para poder expresarse. El libro de Giovanni Boccaccio: “De clarismulieribus” del Siglo XIV cita como pintoras destacadas a: Tamar, Irene y Marcia.(2)
La mujer en la música.
Un pilar importante en la educación de la época medieval, era la música. En sus comienzos, la Iglesia sólo permitía la ejecución del órgano. A medida que transcurría el tiempo se fueron sumando más instrumentos, por esta razón, en el Renacimiento además de la importancia que ya tenía la música litúrgica-sacra era fundamental para la nobleza dominar estos conocimientos, tanto como el latín.
Desde la civilización griegase prolonga la costumbre, que la aristocracia sólo debe ejecutar música en instrumentos de cuerda, dejando los de viento como el “aulós” (flauta doble) y otros, para los pastores. La pintura documenta estos hechos en variadas obras de diferentes autores,que en distintos períodos han representado los mitos. Tanto Tiziano como José Ribera y otros, se han ocupado de “Apolo y Marsias”, donde se muestra el duelo musical, entre Apolo, desgranando notas de su lira y el fauno Marsias, emitiendo efluvios en su flauta.
Dado que las lecciones de música se impartían en los interiores domésticos, no estaba mal visto, que la mujer pudiera tañer algún instrumento. Así se infiltró la música en su educación, pero algunas deseaban pintar, ya que el tono es común a estas dos artes y el color al canto.
El despuntar de la mujer en la pintura.
En Cremona, en el seno de una familia de la baja nobleza, nace una mujer que será reconocida como la primera pintora de la historia. Se trata de Sofonisba Anguissola, cuyo nombre de pila está relacionado al origen cartaginés que su padre declaraba. Las seis niñas y el único varón de este clan, tuvieron una enseñanza como correspondía a las personas cultas. Su padre, tal vez por ser viudo la esposa falleció en un parto era permisivo, blando y hasta se podría decir bohemio. Esto facilitó a que todos sus vástagos aprendieran a pintar y a algo más osado aún, que sus hijas frecuentaran talleres, cuyos maestros, como no podía ser de otro modo, eran hombres.
Cabe destacar, que a la mujer “pintora”, sólo se le permitía desarrollar un “arte menor”, puesto que se la acotaba a plasmar flores y bodegones. Cuando dominaba bien los pinceles, caso de Sofonisba, le era permitido llegar a “un arte intermedio”, realizar paisajes y retratos.
No debemos olvidar, que los retratos era parte de la ostentación de la aristocracia, una forma de mostrar: peinados, vestidos, alhajas y hasta un estilo.
La mujer estaba encerrada, no podía pintar cuadros de historia, ni mitos, mucho menos obras épicas ni grandes lienzos como lo hacían los hombres. Además, le estaba prohibido: acceder a la perspectiva, ver modelos desnudos y estudiar anatomía.
Sofonisba Anguissola se destacó muy pronto en los retratos y era requerida por las damas de su tiempo. Ella, al igual que Rembrandt y Durero, está dentro de la lista de pintores que se han hecho más autorretratos. (Debemos tener en cuenta, que durante el Renacimiento apareció el uso del espejo y se lo consideró exponente de la vanidad femenina).
En este medio tan opresor, la pintora tuvo necesidad de explicar en un autorretrato de 1554 donde aparece con librito en la mano en el que se lee lo siguiente: “Sofonisba Anguissola, virgen, pintó este cuadro ella sola”, frase que ofició de firma.Era un modo de aclarar, que cumplía con todas las normas exigidas a la mujer: castidad, recato y virtudes para adornar a una dama.
Luego de casada, ella mantiene intercambios artísticos con Miguel Ángel, a quien admiraba. Él reconoció su talento de inmediato y actuó como instructor, le entregaba bocetos sin terminar para que ella los completara. Fue una serie de ejercicios, para quien no podía competir con sus colegas hombres, por estar destinada a “un arte menor”.
A fines del Renacimiento, nos encontramos con Marietta Robusti, hija de Jacopo Robusti, más conocido como El Tintoretto. Si bien ella recibió educación musical de la época su padre tañía el laúd e inventaba aparatos con sonidos melódicos descolló empuñando los pinceles. Desde pequeña, vestía de varón para acompañar al Tintoretto y ayudarlo en su taller. Pudo dominar con maestría el arte de su padre, pero estuvo condenada a pintar retratos, obras religiosas, todo en pequeño formato, donde algunas veces, osaba poner a manera de firma “M. R.”.
Los estudiosos le han atribuido algunas obras y creen que en más de una oportunidad, el maestro veneciano sólo retocó los lienzos y estampó su nombre, dado la simbiosis que había entre la pintura de él y la de su hija predilecta.
Es de lamentar que el talento de esta joven se haya apagado a los treinta años, se presume que falleció en un parto. El Tintoretto la sobrevivió cuatro años la pintó en su lecho de muerte como era la tradición se tornó en un hombre triste, piadoso y se acentuó, aún más, su mal carácter. En este tipo de pintura, “Manierista”, encontramos la bisagra que nos conduce al período Barroco.
El período Barroco.
Barroco, es una palabra que los franceses toman del portugués y significa: Joya falsa. En la lengua de origen (lusitano) se usaba para denominar “perlas irregulares” que no conformaban a quienes las descartaban, señalando así, cierta afectación y desprecio. Con el correr del tiempo se modificó, para indicar rasgos que van de lo dramático a lo extravagante y recargado.
El máximo exponente de este período, es el Caravaggio, quien ponía sus modelos frente a un espejo y pintaba lo que veía en él. Así, sus figuras tienen un aspecto recortado en el tratamiento de la obra, puesto que la luz, se torna diferente al “sfumato” de Leonardo o al claro-oscuro de Rembrandt.
En este tiempo, aparece otra mujer, la hija de Orazio Gentileschi, pintor que se formó en la escuela del Caravaggio. El escándalo rodeó a la joven Artemisia Gentileschi cuando fue violada por Agostino Tassi alumno de Orazio y tutor de la muchacha en un abyecto, sórdido e intrincado caso moral, que llegó a la justicia.
“La pérdida de su reputación, le permitiría escapar de cualquier formalismo social…fue una artista con una gran confianza en sí misma que crea nuevos modelos compositivos y domina admirablemente su oficio” dice Amparo Serrano de Haro (3)
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