Pluritemática - 1 abril, 2022
Paseo otoñal
por Juan Carlos Capo

Camineros en el Boulevard de Victor Hugo en Saint remy Van Gogh 1889

Las voces se adelantan, se anticipan, se equivocan, quizá el frío-aducen- las provoca. Ellas  dicen: -“llegó el invierno”-  recién abierta la sala donde se va a “poner” El otoño donde asoman friolentos espectadores que llegaron temprano. Hoy va la Primera de Mahler, con la Filarmónica municipal. Algunos piensan que es una pieza extendida, él pudo hacer llegar su mensaje en forma más abreviada.

Las estaciones se van, se van… llegan y se van, como barcos que arriban y barcos que se van; duele-según los temperamentos- asistir a un “otoñal” en su dolor, escuchar como cuenta que están al llegar los idus de Marzo, jornada aciaga donde Julio César cayó traicionado. En cambio un “invernal” sugiere en su frío  un muñeco de nieve, aunque nos falta esa blanca mortaja, pero no el laconismo silencioso, quizá con el fondo de un viento helado. “El “invernal” teme que si abre la boca puede caer muerto, por un lobo hambriento que le saltó a la garganta en busca de sangre caliente. El “veraniego” va en pos de su apresto-quizá “el cobijo de su tristeza”- y el “primaveral” evoca a la muchacha que corre en alborozo inexplicable, dando vueltas enloquecidas a la manzana, como una “loca de amor”, pero ahora ella dormita, esperando el paso de los meses.

La caja de trampas que es la memoria hace saltar hojas secas y crujientes, quizá tan inútiles, como “el grito de un pájaro” -que escribiera Borges- sinfonías otoñales de Rubén Darío, valses bellos y de los otros, canciones que se visten bien y hasta muy bien con los atuendos del otoño: y aparecen nuevas figuraciones en  penumbras obligadas: películas que traen el engaño y el crimen  “a pleno sol”, con trasfondo de imperioso paisajes o salta el térrmino del verano en otro film que nos legara el cine con relatos tristes de finamore, que ya se corren, se corren y dejan  lugar para otros. El cine desplazó a la playa. El parque corrió de lugar al cielo. La bruma llenó el valle y trajo la cerrazón, el humedal, el reuma. No hay que hacerse ilusiones. La nueva estación no le deja sitio al humor.

Fabini escribió  Triste y es una contraseña de solitario que el montevideano reclama.El fútbol con inesperadas hazañas procede a cambiar  rostros de los lugareños cabizbajos ayer, con animosos rostros vibrantes hoy, ante la sangrienta paleta de la sangre que busca el borbollón y hasta la avalancha en el alma que  canta, grita, se entusiasma y “su futuro saber cumplir”, ignora a quien se lo va a cargar. Un nuevo ciclo se avecina, escoltado por relojes, tragedias, epistolarios, sonetos, testimonios insoslayables, como una “isla del tesoro” que se puede multiplicar o releer.

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