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“Yo también quiero ser un hombre blanco heterosexual”, obra de la dramaturga chilena Carla Zúñiga, es llevada en esta ocasión a la escena montevideana de la mano de la directora María Mendive, siendo esta la primera vez que es dirigida por una mujer.
El título disparatado es apenas una muestra del universo que se abrirá ante nuestros ojos; a un ritmo vertiginoso, lo desopilante y la sorpresa marcan el compás de esta pieza tragicómica que lleva al espectador a un estado de inestabilidad sin pausa, de la mano de actores que con eficacia logran, en apenas una hora, atrapar nuestra atención y meternos en el espiral de una historia intensa, potente, sin aviso, desconcertante…
El humor, el absurdo, dan paso al sufrimiento, a la crueldad, a la injusticia, encarnado en personajes que no responden a su rol: lo que representan nada tiene que ver con el que representa, ni la edad, ni el género.Juego permanente entre lo que se es y se dice ser.Una obra que no parece tener como propósito conducirnos a sentir tal o cual cosa, sino de provocar, exponer sin hacer juicios, sin caer en la denuncia ni en la pancarta.
La música en vivo es un acierto. El uso a capela de la voz, casi como instrumento único de musicalidad, no queda en el lugar de un mero acompañar, sino en el de despertar en el público una conexión con otra dimensión de la obra, que tonifica y suma a la trama.
Destaca por su austeridad potente la escenografía, con la que nos tiene acostumbrados Lucía Tayler (´Ana contra la muerte´ ´La mujer larga´ entre otros), que ubica como soporte para el despliegue de la ficción un gran plato (sí, un plato! de lata esmaltada con motas, similar a los que se usaban en otras épocas y ahora lo volvemos a ver en nuestras mesas)que llama la atención desde el momento que se entra a la sala de teatro. Ese espacio tan sugerente y tan despojado, donde sucede gran parte de las escenas juega, a mi entender, con múltiples significaciones que, junto al vestuario y la iluminación, no dejan lugar a la indiferencia.
Un texto de gran actualidad, una sátira que nos enfrenta a un mundo desconcertante, consecuencia de abusos de poder y de todo tipo; personajes desesperados por cambiar su destino; un caos humano donde la incesante búsqueda de la felicidad lleva al absurdo, en una sociedad que pretende ubicarla en determinada clase social, raza u opción sexual.
Carla Zúñiga logra conducirnos, a través del humor (que alivia por momentos la angustia y permite seguir la trama), por esta realidad trágica, de mentiras, falsas apariencias, máscaras que no se sostienen.
Ficha Técnica:
Cecilia Sánchez, Leonor Svarcas, Eugenia Rodriguez, Federico Longo ,Sofia Etcheverry,
Rodrigo Garmendia, Lucia Videla, Carlos Rompani.
Cantante: Federica Lacaño
Escenografía: Lucía Tayler. Vestuario: Leticia Sotura. Iluminación: Martín Blanchet
Dirección: María Mendive
https://youtube.com/shorts/aV3uG2G0e9k?si=9dgAKPQWqswjDfq-
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