Pluritemática - 21 marzo, 2022
La danza y su día: 29 de abril.
por Irene Macek

Edgar Degas. Clase de danza.1875

 Bajo el impulso de la alegría el hombre gritó; el grito se concretó en palabras, pero éstas no fueron aun suficientes, y el hombre moduló las palabras en el canto; luego, insensiblemente, fue moviéndose sobre el canto hasta que, de pronto, tradujo en el baile la alegría de la vida.

                                                                                                                                                     Confucio.

 

El comité del Instituto Internacional (ITI-Unesco) el 29 de abril de 1982, declaró esta fecha como: “Día Internacional de la danza”. Con esta designación se permite apreciar una múltiple representación de géneros, intérpretes y estilos. Si nos circunscribimos al Río de la Plata, el siglo XIX estuvo dedicado al folklore incluyendo danzas camperas y el tango. En sus comienzos fue al igual que en otras épocas y regiones, un baile entre hombres -compadritos, taitas orilleros- desde el sórdido arrabal; no obstante, de allí arribó a los refinados salones de París.

 Danza, significado, representación.

La danza va más allá del movimiento, se expresa a través de un lenguaje universal que comunica, une y transforma sin necesidad de la palabra.  Se tenga técnica o no, puede ser concebida como el fluir de la vida que, sensibiliza el cuerpo, canaliza con la intervención de la música, las emociones que exteriorizan alegría o tristeza al vibrar en el aire y atravesar el espacio.

Estos últimos conceptos fueron investigados por Merce Cunningham, coreógrafo y bailarín de danza contemporánea, formado por Martha Graham. Los aportes de este artista son tan innovadores como para asegurar, que la danza es libre. En el mismo orden defendió la idea extremista, pero no descartable, que la danza tiene un carácter autónomo e independiente y se puede bailar sin música.

Los jóvenes de hoy, muchas veces, socialmente bailan solos; conceden ritmo, cadencia a sus estados anímicos, donde se muestran francos y auténticos. Y esto lleva a recordar la frase de Martha Graham: “A nadie le importa si no puedes bailar bien. Levántate y baila. Los grandes bailadores son muy buenos por su pasión”.

Cada país cuenta con música y danzas representativas. Por citar algunas, en Uruguay tenemos el pericón, en Argentina el carnavalito, junto al tango que es rioplatense. España cuenta con el flamenco, en Colombia la cumbia, en Cuba la salsa, en Brasil la samba y en China la danza del dragón. Se podría seguir enumerando, pero los bailes folklóricos y populares nacen de la tradición cultural donde se encuentran enraizados.

Las danzas clásicas derivan de tiempos antiguos, en el caso de nuestra civilización occidental, se podría tomar el período medieval y aceptar que de allí han evolucionado hasta nuestros días. Si bien es cierto que los griegos cultivaron esta manifestación, al punto de llamar Tersípcore a la musa de la danza, se cree que el germen del ballet surgió en la Edad Media. 

En el caso de las danzas modernas se engloba todo. Los jóvenes representan estas prácticas buscando una identidad, una forma de presentar su filosofía de vida que se manifiesta por esta vía -hasta en la forma de vestir- caso del rock and roll, rap, hip-hop y otros.

La necesidad de la danza consiste en un cuerpo dispuesto a sentir con intensidad, motivado por la música. Aunque se llegue a prescindir de esta, no ocurre lo mismo con el ritmo que pauta el movimiento, junto a la expresión corporal y facial, que conlleva a un estilo con posibilidades a desarrollarlo en determinado espacio.

 Jean-George Noverre.

La elección del Día Internacional de la Danza no fue aleatoria, ni caprichosa, fue un pretexto para homenajear al innovador del ballet clásico: Jean-George Noverre (1727 – 1810) nacido en París un 29 de abril.

Noverre aportó al ballet reformas aún vigentes, se formó con Louis Dupré, en la Academia de Música y Danza, que más tarde se transformaría en la Ópera de Paris. A los 16 años, por influencia de Marie Sallé -famosa bailarina del momento- se presenta en Fontainbleau. De ahí en adelante, sus papeles en la Ópera-Comique, su protagonismo, sus viajes, fueron en aumento.

Noverre era una personalidad difícil, de carácter violento, poco dúctil, que despertaba gran afecto o enorme rechazo. Amigo personal de la reina María Antonieta, quien además fue su alumna, y de Voltaire, filósofo al que se le atribuye este enunciado: “Leamos y bailemos, estas dos diversiones no harán nunca daño al mundo”.

Como coreógrafo, Noverre estrenó más de ciento cincuenta ballets –por destacar algunos: “Les Fêtes chinoises” (París 1754), “Jasson et Medée” (Sttuttgart 1763, Vena 1767, París1776 y1780, Londres 1781), “L´amour et Psyché” (Londres 1778), “Windsor Castle” (Londres 1795). _ En ellos, Noverre plantea el carácter efímero de la danza. Dirige su mirada en la búsqueda gestual de la época; lleva a sus discípulos a las calles, a los mercados y a los talleres para que estudien los movimientos de sus coterráneos; en lugar de copiar los modos corteses de aristócratas y príncipes que nada tenían en común con el transcurrir cotidiano de las multitudes ciudadanas.

Noverre insiste en decir que: “un buen bailarín debe poseer cultura general amplia, incluyendo el estudio de poesía, historia, música y anatomía”, y asevera que el coreógrafo debe permitir cierta libertad a la interpretación del bailarín.

 Su mayor innovación es la referida al asentimiento que dio a la fórmula teatral: “exposición, nudo, desenlace” – es decir, un ballet de acción– con un guion y una historia a contar. Intenta imitar a la naturaleza, describir las pasiones, los modos de comportamiento de cada pueblo en una narración que conmueva, subrayando que esta misión debe superar a la técnica, y al virtuosismo.

El Maestro ganó enemistades por cuestionar un ballet rígido, hierático y en cierta forma tramposo en su atavío. Se opone al uso de máscaras, porque: “disimulan las afecciones del alma”; propone un vestuario diferente, desestimando los miriñaques y las pelucas; aboga por ropas ligeras que no vulneren la esencia del movimiento.

Un hecho fortuito, trece años más tarde, ejemplifica este cometido: el bailarín Gaetan Vestris –que usaba indumentaria de la época- repentinamente se enferma, y es sustituido por Pierre Gardel, quien sale a escena a representar el rol de Apolo, sin máscara, sin peluca, sin ornamentos. La aceptación del público fue rubricada con un gran aplauso e hizo que estos elementos quedaran relegados para siempre; y se dejó de ver el personaje de un mendigo revestido con los oropeles de los reyes.

Paradoja, trabajo y méritos.

 Se debe señalar que, en el momento donde la reina lo nombra Maestro de Ballet del Teatro de la Ópera de París, Noverre se encuentra con la paradoja que su influencia había llegado antes que él. Sus pares lo imitaban sin reconocerlo, y como en todas las instituciones, las intrigas, la competencia, los resentimientos, llevaron a que Noverre fuera destituido. Esto no lo amilanó, ya que él declaraba: “siempre se va a perseguir al rebelde, al genio creador, al rupturista”.

“Déjà vu”: estos sucesos aparecen todos los días, son las reacciones envidiosas a las personalidades destacadas, creativas, a los líderes, que como tales, se despegan de la turba, del tropel. A este tipo de gente que es odiada o amada y que nunca deja a nadie indiferente, le cabe: “El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intenta, a menudo estará solo, y a veces asustado, pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo”. Nietzsche.  

Vuelve a Londres, lugar ya frecuentado por la invitación del célebre actor y Maestro de pantomima, David Garrick. En los escenarios ingleses recibió el mayor de los elogios: _ ”Ud. es el Shakespeare del arte del ballet”__ frase de insigne reconocimiento, que por asociación recuerda el universo escénico del bardo isabelino, donde la danza era un elemento presente. (En varias partes de sus obras teatrales se refiere a madrigales, temas típicos del Renacimiento, que Shakespeare apreciaba y engarzaba con las interpretaciones danzadas por los actores, ya que estos eran excelentes bailarines y espadachines).

La vida del Maestro francés estuvo entregada a su práctica, indagó, profundizó, argumentó, de tal modo, que se puede vincular al dicho latino: “Vide, vine, vinci”.

Dejó como legado las famosas “Cartas sobre la danza y el ballet” –que contó con muchas ediciones y se tradujo al inglés, español y alemán-. En ellas, valiéndose del estilo epistolar lanzó dardos a sus colegas de cofradía. Redactó “Théorie et pratique de la danse en general, de la composition des ballets, de la musique, de costumes et décoration qui les sont propes”, donde se explaya sobre su doctrina.

Jean-George Noverre falleció el 19 de octubre de 1810 en Saint Germain en Laye, mientras preparaba la publicación de un: “Dictionnaire de la danse”. Sus escritos recogen las propiedades del ballet como él las concebía: “expresiones de una acción”.

A su muerte, asomaban los indicios del ballet romántico, que él no alcanzaría a ver.

El baile… no sólo dibuja el aire.

La danza, como las formas y los colores se ligan a la humanidad. Resulta inconcebible prescindir de estos componentes, puesto que son elementos omnipresentes en el arte; donde las letras no escapan a ello. Así, como Borges escribió una milonga, hay poetas que lo formulan de este modo: Antonio Machado: “…y las graciosas caderas, /y con los tobillos finos/ la danza y la adolescencia…”; Rubén Darío: “…venían en un paso de danza reposada/a dejarme un ensueño o regalo de hada…”; Julio Herrera y Reissig: “Al trágico fulgor de los hachones/ ondeó la danza de las bayaderas…”.

En la literatura, como en las artes plásticas, el tema va seguir siendo recurrente; pero aun con el transcurso del tiempo, el paradigma de las representaciones pictóricas, sobre bailarinas de ballet, sigue siendo Degas. Él llegó a pintar un sinfín de bailarinas, fueron su “leitmotiv” de colores infinitos; tanto, que estando al borde de la ceguera, decidió esculpir a sus modelos en cera. De estas obras sólo se conoce: “Le petite danseuse de quatorze ans” -la única que expuso porque fue muy denostada- probablemente el exceso de realismo llevó a los críticos a decir que era una pieza excéntrica y de taxidermia. El hecho que contara con zapatillas de raso, el tutú realizado en tul, una cinta verde anudando un cabello castaño y natural, produjo un enorme rechazo. Por otra parte, las bailarinas siguen vigentes en la inspiración de las artes plásticas; un ejemplo vernáculo lo tenemos con Alicia Asconeguy, quien dedicó gran parte de su obra a este tema.

Se modificarán los pasos, se crearán otros movimientos, pero la danza seguirá existiendo porque es parte del comportamiento humano.       

 

 

 

 

 

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