Pluritemática - 29 julio, 2021
Misterios que es dable encontrar en la experiencia analítica
por Juan Carlos Capo


En un escrito de Lacan que versa sobre la metáfora, encontré la sentencia “océanos de enseñanza”, que me pareció inmejorable frase sobre las interminables vidas que restan no solo por aprender sino aun por vivir.

Otra  aproximación al punto puede ser  barajar, tomar al vuelo, la palabra “`planetas” con el significado de varios mundos desconocidos, en los que nunca desembarcaremos. Y creo que me adelanté mucho, y la prisa me está llevando a emitir conclusiones apresuradas. Es que Lacan desde un temprano comienzo de su enseñanza juntó  la prisa con las conclusiones más valiosas  en episteme, como adecuado marco, para en el apuro, proceder a una construcción  mejor.

Esta inmensidad, esta soledad, este silencio gigantesco, en que se puede quedar el ser, pataleando no sé en qué esfera, hace que podamos sentir, desde una vertiente imaginativa, el hálito lejano que de seguro reina en las galaxias, (también en la más terrestre oscuridad del cuarto familiar a las tres de la mañana), pero como aproximación vale poner un pie en un mundo conocido y en otro por conocer o que no se habrá de poner el pie en él nunca. Sea `porque la vida impedirá ese desembarco, sea porque  el plazo expiró y el tiempo no pudo articular más ilusiones con desmedidas aspiraciones sin fecha.

El rumiar prosiguió considerando cuán infinito pueden ser los mundos esquivos a descubrir.          Quizá no se pueda tener una aproximación a los citados “óceanos”, antes que tenga que partir a dormir el “sueño eterno”, como reza una de las más grandes, si no la mejor novela policial de Raymond Chandler.

Estas aproximaciones a distancia traídas por la referencia a los innavegables océanos de enseñanza puedan ser una introducción aproximada a los roces que en las ciudades, tienen los hombres, como contestaba Sócrates a sus discípulos, cuando le preguntaban  por qué prefería caminar por las calles de Atenas y no por los senderos naturales y boscosos, surcados por refrescantes arroyuelos. Sócrates contestaba que aprendía más  de los roces entre los hombres, en las calles de Atenas, porque así se veía más provisto de saber, que él sabía que no tenía, en parajes desérticos.

Las divergencias entre los hombres, los malentendidos, la irritación, son todos términos que Freud pensó muy bien antes de escribirlos, como conceptos fundamentales que escribió y a los que se abocó. Esos escollos apuntan a los bajos,a  los basamentos de las casas (o naves) que representan bien a la criatura humana, un ser de madera blanda, húmeda, acorchada, rotosa, fragmentada, terra incógnita. En esa cubierta precaria de la nave humana, puede encontrarse desde un erizo hasta una madre sobreprotectora y un terrorista.

Entonces la  diferencia que puede haber entre una madre de esas características y un terrorista ,hace que brote una formación del inconsciente, como Der Witz, que consiste en la respuesta que se encuentra a la interrogante: ¿Qué diferencias hay entre una madre y un terrorista.?.. La respuesta es: “Bueno, con el terrorista se puede negociar”.

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