Pluritemática - 13 marzo, 2019
Sobre duelo y deseo en Hamlet
por Juan Carlos Capo

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Introducción.- Jean Allouch sostiene en su libro “Erótica del duelo…” (1995)…que “Lacan decía a veces  cosas enormes”. Así, “el sadismo en el duelo—y nos vamos con esto acercando a la tragedia de Hamlet—tiene para él un lugar eminente.”

Sabido es que Lacan  abrió su entrada en el psicoanálisis con su tesis sobre la paranoia. “La persecución—prosigue Allouch—regula la relación del sujeto con la muerte. Modulada de cierta manera, puede civilizarlo” (…). “Ella y solamente ella, esa relación con la muerte, hace palpable que no hay angustia más que de vida”. (…) (pág.213). Angustia ante la vida, vida que sería vida deseante”.

Características del deseo.- “El deseo expone, el deseo funciona con una insuficiencia de medios de defensa, el deseo incluye la angustia”. (Los subrayados son míos).

Allouch enfatiza en reciente libro: “Schreber teólogo. La injerencia divina II” (2013), al referirse a la sexualidad, en el seminario de Lacan “La lógica del fantasma”, (1967), que Lacan “hace de la sexualidad, al menos la que se despliega en la experiencia analítica (…)  un abanico, una defensa contra una cuestión propiamente espiritual.”

En el Envío del citado libro en el anterior párrafo que versa sobre las Memorias de Daniel Paul Schreber, Allouch remarca que  “La sexualidad, tal como es vivida, tal como actúa, es en ese aspecto, algo que representa un defenderse de darle cabida a esta verdad: que no hay Otro”. Adelantemos algo. Esto no es así en Hamlet. Su madre y su deseo, en el lugar de Otro  habrán de doblegar a Hamlet y su deseo.

El camino del duelo en Freud.-  Freud intenta abordar la melancolía a partir del duelo. El objeto se caracterizará como perdido. (Subrayado mío). Habrá una “solución”: el objeto que venga a sustituir el objeto perdido, ha de proceder a una restitutio ad integrum.

El camino del duelo en Lacan.- Él introduce la paranoia debajo del tapiz de “Duelo y melancolía”, como condición previa para hacer su abordaje sobre el duelo. En la sesión del 11 de marzo de 1959, seminario  “El deseo y su interpretación”, se aboca a enfocar la escena del cementerio en la tragedia de Hamlet.

La escena en el cementerio. “Se ve a Laertes desgarrarse el pecho y arrojarse en el agujero para abrazar por última vez el cadáver de su hermana Ofelia, clamando con la voz más alta de su desesperación”. Simultáneamente, Hamlet también se precipita al interior de la tumba y reclama: “¿Quién lanza esos gritos de desesperación a propósito de la muerte de esta muchacha? Y él mismo se contesta: “Quien grita esto soy yo, Hamlet, el danés” (…) Hamlet procede  de inmediato a proferir esa su identificación, no con los ideales del Yo, sino con la identificación con el objeto (Ofelia); identificación superadora, mediando la identificación especular con Laertes, hermano de Ofelia. Laertes, quien se propone matar a Hamlet —cuenta para ello con el respaldo de Claudio— ha de vengar en ese acto a Polonio, su padre, quien espiaba a Hamlet y a Gertrudis y a Ofelia, y todos eran espiados. Polonio caerá traspasado por Hamlet a través de una cortina, a los gritos de: “¡Una rata! ¡Una rata!”

La procrastinación.- “Si es esta la hora, no está por venir; si no está por venir, ésta es la hora; y si ésta es la hora, vendrá de todos modos. Pues si nadie es dueño de lo que lo ha de abandonar un día, ¿qué importa abandonarlo tarde o temprano? Sea lo que fuere”. (Acto V, Escena II).

Hay un dicho inglés que reza así: “Procrastination is the thief of time”. La procrastinación, la postergación, que de eso se trata, consiste en dejar hacer al ladrón del tiempo. Eso significa la frase. Es que Hamlet ha perdido mucho tiempo, pero de pronto, hecho un tigre se lanza a un asunto que se presenta en condiciones muy difíciles: tiene que matar a su padrastro, Claudio. (Claudio, por otra parte sabe que tiene que matar a Hamlet.). En cuanto a Laertes, Hamlet lo aprecia mucho, “¡y sin embargo es con él que va a cruzar el hierro, a cuenta de la persona que en principio tiene que masacrar! Y en este momento Hamlet se revela como un verdadero asesino” (p. 218, de “Erótica del duelo”). Lacan se pregunta, ¿cómo es que Hamlet ha ido a parar ahí? Lacan contesta: Porque no pudo soportar ver a otro que no fuera él, pregonar, ostentar justamente un duelo desbordante” (p.218).

Cinco escenas  sellan la procrastinación.– 1) el encuentro con el espectro, 2) el rechazo de Ofelia; 3) la “escena” de Hamlet con su madre en la habitación de ella; 4) el enfrentamiento con Laertes, durante el entierro de Ofelia en el cementerio; 5)  el duelo final con Laertes y el acto final que pone término a la procrastinación.

Es preciso desplegar más elementos de la doctrina analítica: padre muerto, padre simbólico, padre imaginario, duelo, deseo, pérdida de la vía del deseo, cambio de vía del deseo; fantasma, “mujeres rameras”; falo, sacrificio, pago de deuda, libra de carne.

Sucinta reseña del paradigma lacaniano. De SIR A RSI. Existir (Real) consistir, (Imaginario), agujero (hiancia, la falta, el Simbólico). (Su paradigma Simbólico, Imaginario, Real, (1953) y sobre el fin de su vida, Real, Simbólico, Imaginario. (1975)

“Hamlet: viraje decisivo en la subjetividad”.- Lacan se sirvió mucho para su seminario del “Deseo y su interpretación”, del libro de John Dover Wilson para su interpretación de Hamlet.

Ese libro—sostiene Allouch— nos muestra que estamos ante un guión y una oferta de roles… Dover Wilson realza el sentido “luterano” de afectar como aparentar. Un payaso esconde su tristeza. Hamlet hace un juego teatral de clown, en más de una aparición, y juega teatralmente de  payaso, aún en una escena trágica, como cuando atraviesa a Polonio.

Sin embargo, será preciso tener en cuenta en vista de lo que  va a venir, que Marie-Thérèse Jones Davies alerta de que tiene sus riesgos buscar analogías entre Shakespeare y los trágicos griegos.

Lacan impugna la interpretación edipiana de Hamlet.- Freud sostuvo, enlazando a Edipo con Hamlet, que ambos están afectados por el deseo de engendrar en su madre, y matar a su rival, el padre. En uno de los historiales de Freud, que toca el caso de “El hombre de las ratas”, Freud lo llamó el Complejo nuclear de las neurosis. Posteriormente acuñó con la palabra “Complejo” que tomara de Jung, Complejo de Edipo. Lacan recusa el Complejo de Edipo desde su primer Seminario, “Los Escritos técnicos de Freud”. Ni tan complejo, ni tan de Edipo. Edipo Rey o Edipo tirano, es el nombre de la tragedia de Sófocles. La tragedia de Hamlet  tolera o quizá no, este enlace forzado con la tragedia griega. Edipo no sabía. Hamlet sabe. (Énfasis mío). ¿Qué sabe? Sabe que tiene que matar a Claudio. Por  razones que se agrupan en varias vertientes: porque Claudio mató a su padre, se apropió de su mujer y su corona. Y el fantasma de su padre lo visita en la noche y le exige a Hamlet venganza. Gertrudis, su madre, está incriminada en ese asesinato, en esa traición.

Hamlet enlaza a Ofelia quien ha sido su amor, con su madre. Engloba a ambas como rameras. El horror a la femineidad se yergue en él al conversar con Ofelia. Hamlet sopesa el deseo de su madre, que no es deseo por ella. Se trata del deseo de ella. El deseo de Gertrudis es genital y presto. Ella no hace duelos. Con la comida horneada de las exequias, se ha puesto la mesa del casamiento de Gertrudis con Claudio. Gertrudis es genital y no ha lugar en ella para hacer un duelo. (En el psicoanálisis, se sostuvo en cierta época que los sujetos pre-genitales eran quienes podían hacer duelos, en cambio, los sujetos genitales, bien estructurados “yoicamente”, no hacían duelo. Se debía a una opinión de la psicología del Yo, o de las relaciones de objeto, quizá a un malentendido o equivocación.) Hay otra razón política, legal. Claudio hace usurpación del trono, en el tronco de la descendencia. Esa corona le pertenece al príncipe Hamlet, no a él. Freud sostiene que Hamlet vacila en llegar al acto, porque él está deseante de su madre, como Claudio. La culpa lo embarga y por eso vacila ante su deseo incestuoso. Allouch recusa esta interpretación. Porque si llegara al acto sin vacilar y aceleradamente matara a Claudio, se podría sostener lo mismo.

La “escena” en la habitación de Gertrudis. –Esta escena forma parte de cinco escenas de procrastinación.  Esta escena se opone a la del cementerio.

Es signo de la “recaída” del deseo de Hamlet, donde su deseo más desfallece. “Hamlet le exige violentamente a su madre que deje de coger con Claudio. Y luego se deja caer, ‘en consentimiento al deseo de la madre’. Hamlet ya no tiene deseo. Ofelia ha sido rechazada. El príncipe solo puede recibir el mensaje del Otro, es decir, de la madre: ‘Soy lo que soy, conmigo no hay nada que hacer, soy una verdadera genital; en cuanto a mí no conozco el duelo (pág. 278). El pequeño deseo de Hamlet, al rechazar a Ofelia, cae sobre el Otro, a nivel no del deseo por su madre, sino doblegado ante el deseo de su madre, ante quien doblará el lomo, como un  gatito.

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