Revista#4 - Amor en análisis | 28 mayo, 2019
De historias de amor y otros (des)tiempos… Anacrónicos y solos
por Ximena Méndez

Patria - Pablo Bielli

Ellos tienen razón
esa felicidad
al menos con mayúscula
no existe
ah pero si existiera con minúscula
seria semejante a nuestra breve
presoledad.

(Benedetti, 2017 p.57)

 Una falta generada en el tiempo precedente sirve para responder a la falta suscitada por el tiempo siguiente.

(Lacan, 1964 p.223)

 

La presentación…

Una experiencia conmovedora, la sala Delmira Agustini del Solís nos recibe entre telones, la música de fondo, las imágenes proyectadas y la sorpresa; nos encontramos con los personajes en vivo, que se van moviendo entre nosotros, dándole un ambiente onírico al preámbulo y al desarrollo de la presentación. Un juego de cercanías donde por momentos podríamos decir que se percibe algo de lo teatral, donde la cuarta pared se cae, se desvanece y nos pone en la escena. Nuevamente Bielli nos enfrenta con sus anacrónicos y solos, a las soledades entre tantos otros que andan solos portando historias inconclusas.

Nos presenta una producción, su primer libro como autor, enmarcado en un proyecto de investigación y trabajo que le llevara 4 años de desarrollo.  Incluyendo en su proceso 2 exposiciones sorprendentes “Ficciones Anacrónicas” en 2017  y “Diálogos con nuestra Bestia” en 2018.

El artista parte de un ejercicio; consiste en quedarme quieto durante un minuto en un lugar cualquiera, tratando de ver y escuchar todo lo que sucede a mí alrededor. Soy un receptor abierto, dejo de lado preconceptos y juicios de valor sobre lo que veo y escucho en ese lapso… (Bielli, 2018, p.11.)   Luego construye bocetos, dibuja personajes, esboza una idea de relato y busca un lugar, un vestuario.  Construye y nos muestra esos solos, solos en un tiempo que no es en su época, pero que es su historia. Una historia a (des)tiempo. Una imagen armada en una brecha entre el tiempo y el espacio donde los personajes portan historias de otros tiempos.

Las historias comparten entre si la anacronía y la soledad, soledades que incluyen otros, otros en presencia y en ausencia. Cuerpos humanos que buscan caminos, que buscan salidas, que reposan, que se tiran, que se caen, que se levantan. Que portan gestos. Que paran.

De imágenes, gesto y goce…

El artista trabaja con la fotografía pero así mismo utiliza texturas, lo cual hace de su obra algo particular, detectamos pliegues, arrugas que nos evocan expresiones, rasgos sutiles. El gesto, de cada personaje y el gesto de la obra en sí misma.

Desde el punto de vista técnico, las imágenes se crean, a partir de la captura digital en color  y en blanco y negro. Se imprimen en papel fotográfico, para luego ser intervenidas con técnicas mixtas diversas: punta seca, tintas al agua, óleo pastel, texturas, cortes de bisturí, entre otros (Bielli, 2017, granizouy).

Las imágenes se van hilvanando unas junto a otras construyendo historias parciales. Imágenes en página entera, en página y media, páginas en blanco. El juego con los blancos,  los vacíos de imagen, que nos hacen pensar en otros solos. Los cortes, el quiebre, que nos remite tal vez a otros cortes. Las diversas escenas, las historias, promueven un clima que nos atrae,  un clima que parece portar algo del misterio, de lo siniestro, del amor y del odio, del enigma del sujeto. Eso que nos paraliza y a la vez nos mueve y conmueve. La obra de arte como producción significante, como destino de pulsión, como goce estético, como borde, que tiene efectos sobre el ojo que la recibe.

Lo que vemos en la obra se inscribe en un espacio sutil y ambiguo, nos estremece, al decir de Lacan nos caza la mirada. Y será la mirada en tanto falta lo que se pierde en la visión. La mirada, inaccesible en la imagen, es aquello que falta, que no puede ser representado, es objeto a en la imagen. Esa falta, esa elisión de la mirada porta la esencia misma de la visión. La mirada solo se nos presenta bajo la forma de una extraña contingencia, simbólica de aquello que encontramos en el horizonte y como tope de nuestra experiencia, a saber, la falta constitutiva de la angustia de castración. (Lacan, 1964, p.81).

 De historias, de amor, de locura y …

Bielli va construyendo historias –inconclusas- evocaciones, narrativas que no necesariamente serán descriptivas, ni referencias directas de la historia en imágenes que las sigue.  Se tocan, quizás en un borde. El autor va caminando por un borde, por momentos casi de cornisa. Donde la posibilidad de la muerte está en juego, tal vez como la única certeza que el ser humano posee. Y con ella la tensión, la energía que se pone en juego en la dualidad que implica la propia existencia, ya que basamos nuestra propia vida en ello, por momentos como supervivencia.

Así se abre un camino con las vías de Lisandra, que nos sumerge de entrada en la vida y la muerte, en la escena, y la contra escena del recuerdo. Una prosa que pone un gesto de vida que se da de contrapunto con una imagen que impacta. Un borde del sujeto que lo evoca, lo añora, lo narra.

Vamos caminando con las almas en pena sobrevivientes de La Torre,  somos tocados por las sabanas de París y por la brisa fresca del juego en el bosque que nos propone Cerdiña. Andamos entre la trasgresión que se pinta de rojo Detrás de los fresnos, y de María sin culpa.

Entretejemos hilados, entre los nudos de Ruth en guardia y el tapiz de vestigios humanos en El reposo de un monarca.

Y nos sublevamos, junto a  Un minuto de paz y casi podríamos decir que acompañamos el goce en el incendio de La culpa. Llegamos a villa concepción, estación en la cual El payasito nos estremece, nos caza, nos pesca en algo de lo loco, ese borde a veces confuso entre el yo y el otro.

El Lenguaje, el ser humano, el amor…

El autor nos presenta en la obra, imágenes y prosa, texto, historias. Las leemos, y jugamos con lo inconcluso, con la falta, por los bordes. Somos sujetos en el lenguaje, con una lengua que compartimos y que trasciende en éste punto los tiempos y así mismo nos sirve de puente.

Ese encuentro, en ese (des) tiempo, valía que intenta medir el autor, con la soledad posible de soportar, delimitada entre calderón y calderón. Como todo aquello que se construye entre humanos, se hace sobre el lenguaje, ese lenguaje que nos constituye, que nos es trasmitido en una realidad temblorosa y vacilante, hecha del deseo de otros, y que se juega esa extraña juntura entre el deseo del sujeto y el deseo del Otro.

Es hacia allí que se dirige el amor, a esa especie de llamado tembloroso a la unión alienante (Lacan, conferencia del 13/10/1972, Louvain).

 

Bibliografía

Benedetti, M. (2017) Soledades, En: El amor las mujeres y la vida. Uruguay: Alfaguara.

Bielli,P. (2018) ANACRNICOS Y SOLOS, Uruguay: manosanta desarrollo editorial.

– Entrevista En: https://www.youtube.com/watch?v=EyJDSj-ekuU

Didi-Huberman,G. (2017) Lo que vemos, lo que nos mira. Buenos Aires: Manantial.

-DialogosTransatlanticosII.En: https://www.youtube.com/watch?v=EyJDSj-ekuU

Freud, S. (2001 [1915]). Pulsiones y destinos de pulsión. En: Contribución a la historia   del movimiento psicoanalítico. Trabajos sobre metapsicología y otras obras    (1914- 1916). Buenos Aires: Amorrortu.

Lacan, J. (2016 [1964]). El Seminario 11. Los Cuatro Conceptos Fundamentales del       Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.

-Conferencia en Louvein. En: https://www.youtube.com/watch?v=njA-1a4N_iw

 

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