Revista#4 - Amor en análisis | 28 mayo, 2019
El amor y sus variadas aristas
por Irene Macek

Paulus Moreelse (1628)
Paulus Moreelse (1628)

  

De las múltiples máscaras que tiene el amor, nadie como los poetas, los músicos y los pintores lo han sabido retratar. Aquí se muestra una arista en el arte, especialmente en la pintura.

 Está relacionada con una anécdota de la Antigüedad, que se plasmó con el nombre de “Caridad romana”, donde se muestra el deseo de vivir, el amor filial y las interpretaciones que en cada tiempo se pueda hacer. 

Cuando se habla de amor se está frente a variados matices del lenguaje, que recubre a esta palabra con otras acepciones.

El amor es reconocible por enigmático, por misterioso forjador de sueños, cuyo vértigo abrasa, desvela y emociona; es arbitrario, no tiene razones ni argumentos, “es” y se deja “estar”, en un torbellino estremecedor que abre las puertas, tanto de la misericordia, como de la desesperación.

Un extenso abanico de posibilidades aparece, cuando oímos la palabra “amor”; dado que comienza como exaltación y termina con aflicción cuando se va… ahí, todo lo que parecía conocido se vuelve desconocido. Otro tanto ocurre con los duelos, cuya sensación de asfixia, hace pasar del amor al dolor.

Vivir, no es más que desgarrar, vibrar y remendar, por ende, el amor no está exento de su otra cara, el odio.

Es en este espectro, donde los creadores han intercambiado argumentos o se han motivado frente a un tópico que los inspiró. “La caridad romana” sólo muestra una arista de este sentimiento.

Orígenes.

Si bien los sucesos se desarrollaron en varios planos, cuando se hace referencia a “La caridad romana”, se tiene conocimiento que la trama es anterior al período donde estos artistas -aquí presentados- cristalizaron obras.

El interés se centra en Valerio Máximo, escritor romano cuya obra, “Hechos y dichos romanos”, dedicada al emperador Tiberio (para ensalzar las virtudes de su pueblo) cuenta:

Una joven puérpera -cuyo padre estaba condenado a morir por inanición- lo visita a la cárcel y lo alimenta a hurtadillas con su pecho.

Las autoridades toman conocimiento de este acto, se conmueven y perdonan al condenado.

Realizaciones plásticas en la Antigüedad y otros períodos.

Este tema se difundió en varios países, aunque fueron los romanos quienes lo originaron e inmortalizaron.

Hans Sebald Beham. (grabado-1528).

Esmalte sobre Limoge de Jean Penicaud, circa 1545. – “Caridad griega”.

Existe una manifestación afectuosa, probablemente de origen institivo -ya que los animales lo aplican- que se puede llamar: misericordia, compasión, ayuda;  nace de sentir amor por el otro.

En este fresco de Pompeya (45-79 D.C) sus personajes son: Cimón y Pero, nombres atribuidos a las figuras que representa la descripción de esta leyenda.

Valerio Máximo, inspiró diversas obras (con este tema) en las distintas, distantes y atípicas áreas del arte.

Él concibió su texto, sobre un relato -que manipuló- cuyo origen era, acerca de una joven que va a la cárcel a visitar a su madre condenada a morir de hambre.

La muchacha en un acto de amor filial/maternal, la amamanta.

El punto de partida de la historia, parece tener origen con la diosa etrusca Uni (Úni-ca, semejante a la Juno romana) y el semidiós Hércules, su hijo, a quién amamantó siendo barbado.

Tanto los modelos de estética, al igual que la concepción de virtud, cambiaron en las diferentes organizaciones sociales. Este acto de ayuda, caridad, solidaridad o de “amor cristiano”, puede o no, interpretarse como tal, en estos tiempos.

La narración de “La caridad romana” inspiró a muchos artistas.

Influencias en la literatura y sus ramificaciones.

Guy de Maupassant en un cuento llamado “Idilio” -publicado originalmente en el periódico Gil Blas en febrero de 1884- relata las peripecias de un joven hambriento que viaja en un vagón, donde una campesina desconocida le brinda alimento desde sus senos, tras varios días que él lleva sin ingerir comida.

Cabe citar al escritor John Steinbeck, en su obra literaria, “Las uvas de la ira”, publicada en 1939, que fue laureada con el premio Pulitzer, (1940) y aún así, tildada de transgresora y polémica.

Posteriormente este texto, se llevó al cine, con el nombre: “Viña de ira”, dirigida por John Ford, estrenada el 24/12/40. Recibió un premio Oscar dentro del género drama y se destacó la actuación de Henry Fonda.

Alcance en la escultura.

Esta historia impactante llegó a la escultura; aquí se ha elegido como más    representativa y relativamente cercana, la obra de Solá.

Hay un decoroso cuidado, al tratar este intenso tema pagano, donde no asoma ningún atisbo de voluptuosidad, característica propia de la línea clásica.

La frialdad del mármol, la nobleza de su color, hace que el tratamiento de estas figuras esté despojado de falsa moral.

Escultura  de Antonio Solá. (1851).

 Obras Pictóricas.

Los pintores fueron los que más se interesaron por este tema.

Aquí, una de las telas que realizara Peter Paul Rubens sobre este argumento (1612).

Consideraciones estéticas.

La perplejidad acude al ver este tipo de obras, donde impacta la angustia que se despliega, en un tiempo donde las imágenes llaman. El hecho de encontrar una escena, contemplarla, es un juego que obliga y lleva al observador, a despojarse, a librarse de prejuicios, donde el desafío consiste, en hacer trizas a las convenciones.  Su acción central sustituye el comienzo de la vida -un recién nacido- por la finitud, la cercanía del hombre viejo a su última morada.

Esta condición de inversiones, priva de erotismo y refuerza la idea, que la vida se conjuga con la muerte.

Lienzo de Gaspar Crayer. (1625). La caridad romana.

Aquí, las figuras son, una joven mujer con cuerpo turgente, que amamanta a un hombre de edad avanzada, consumido, extenuado y macilento.Los protagonistas de este hecho de lactancia, sacuden la mirada, puesto que no se da el cliché de, ser una santa, una diosa o una madre sustentando a su hijo.

Los flamencos son los que han dirigido más su atención sobre este tema.

                                                     Jean Baptista Greuze, concibió esta anécdota así (1767).

La caridad está relacionada con la espiritualidad que contiene las religiones, especialmente en la concepción judeo-cristiana, donde es un amor desinteresado, sin obtener nada del otro.

El amar al prójimo, como a uno mismo, dentro del marco budista existe como “compasión”. Aún, con  aquellos que nos resulten desagradables, se le debe profesar un amor incondicional.

Pintura de Lorenzo Pasinelli (1670). Sobre el mismo tema.

Los pechos femeninos son un enigma para el sexo masculino.

El hecho de ser el primer contacto de la boca con el primer alimento, despierta fantasías que resultan variables según la época.

La función nutricia femenina, está presente en estas obras de arte -o en las múltiples Madonas pintadas a lo largo de la historia- y coloca a la mujer en el sitial de entrega.En el caso de “La caridad romana” es un acto de piedad filial.

Más allá de esto, siempre existieron las nodrizas, pero, la actuación femenina desde que se le otorgó o pidió la custodia del fuego, consistió en la dedicación al “otro”, y en concebir la vida.

La mujer elabora la comida, teje, abriga a su prole y en cada uno de esos pequeños actos hay una cuota de amor.

Las contribuciones amorosas pueden ser de variada índole, sin caer dentro del erotismo, que es el primer pensamiento que acude cuando se habla de amor.

En los vínculos sociales hay considerables entregas de amor, están en el acto de escuchar -como sucede en el análisis- en el de enseñar o transmitir conocimientos, en el de proteger al indefenso (animales, niños, ancianos) y más.

Pintura de Paulus Moreelse (1628).

El amor es un poeta que se filtra sin llamar, viene, se va, a veces vuelve, con otro ropaje difícil de descifrar. No se sabe que lo sostiene, ni que es, sólo un tesoro, que coquetea con mil caras y alguna de ellas… el artista puede apresar.

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