Revista#4 - Amor en análisis | 27 mayo, 2019
El amor cortés y el de internet
por José Bernardo Hill

Amor cortés.- Codex Manesse. Siglo XIV

Al hablar del amor surgen tantas figuras como la de un caleidoscopio. Aquí se planteará desde la dinámica en que los temas, las acciones, van y vuelven con distintos matices.

Los actuales y románticos E-mail, no son más que una caja de resonancia del amor cortés; donde trovadores y juglares ejercían su fascinación por poder, perder y pedir sin pudor.

El odio y el amor son las dos caras de una moneda. El odio es una pasión negativa; sólo si uno ama a una persona y esta es capaz de hacerle algo imperdonable, el amor se convierte o no, en odio.

En general, esto se desarrolla entre dos personas por elección de ambas o por la amistad que va evolucionando en otros planos.

Ya que el amor y el odio y el romance caminan juntos, es importante en la vida cotidiana conocer el límite que hay entre la ficción y la realidad.

Hoy en día, un E-Mail puede tener una zona juglaresca, donde se juega con el velo de lo privado -son intentos de amor en una materia anárquica- imprevisible, que brinda infinitas posibilidades.

Son miradas a lo cotidiano, como sinónimo de la voz humana por internet, con la ventaja que a veces es preferible leer y no escuchar voces ingratas. Esta especie de literatura en redes, da la idea de construir una figura de autor privado, hay una mutación; estos correos son un intento experimental de realizar el “disfraz” del amor. Este puede tornarse en una especie de borrador a la vista o una charla en un bar, con millones de palabras, pero sin poder oír la voz con sus matices, inflexiones y silencios necesarios para comprender e interpretar.

Las amistades “literarias” son complicadas, con trampas, un tema volátil y mal comprendido por sus protagonistas o participantes, dado que es común que terminen en absurdas equivocaciones, confusiones y profundas rivalidades entre los involucrados, incompatibles con la amistad y el amor, que no se corrigen y terminan cayendo.

El amor cortés al igual que el de las redes, es un territorio inestable, una compleja relación entre el espacio público e intimidades, sin refinamiento, muchas veces teñido de condescendencia. La crueldad existe, aparece solapada hasta llegar a un estado pre-anunciado de catástrofe tardía, porque las cosas caen y la anécdota escrita es un testimonio.

Una frustración de la vida moderna es enviar correos electrónicos y no recibir respuesta, esto suele ser irritante, aunque en la comunicación digital no hay normas. Se espera como se hace en otro tipo de comunicaciones, donde la gente declina con cortesía y soluciona fingiendo.

Con este tipo de intercambios algunos mensajes se eliminan y van a parar a los correos no deseados. El factor tiempo puede ser una excusa, aunque no la única. La respuesta es aprender a no ser groseros.

Sin embargo, la mayoría podemos manejar el rechazo, pero sucede de otra forma, con el no saber…

No dejan de ser actitudes disociadas lo que se hace vía E-Mail o MSM, puesto que la persona está y no está en el mensaje que escribe. La frustración viene después, porque la virtualidad es apenas una existencia aparente. En esos dos casos hay dos realidades simultáneas. ¿Y cuál será la más auténtica? ¿La fuerza de la circunstancia o la que inventa nuestro deseo?

El amor es a medias mientras la presencia no lo concreta.

La tecnología nos proporciona el poder ubicar a todo el mundo, estar en todas partes y en cualquier momento; pero hay diferencias entre ser y estar. Es decir, podemos comunicarnos y estar en cualquier lado, pero somos, en la medida que podamos ser aquí y en el presente.

Por esta razón, la virtualidad no es suficiente, podemos vernos, pero hay códigos insustituibles como lo es, el contacto con la piel o el cuerpo presente.

La tecnología no ha podido sustituir eso, parecemos muy comunicados, pero nunca estuvimos tan solos… y todavía enredados con claves, códigos, contraseñas etc.

Cabe destacar algunas reflexiones sobre el erotismo virtual, más que una relación, es un juego de pantallas, donde a veces hay más gente involucrada de lo que se pueda apreciar.

En general, quienes practican esto, son personas con un gran vacío y bastante vacías, ya que se contentan con melífulas palabras que no son espontáneas, son pensadas, borradas, vueltas a encastrar, que nada tiene que ver con un tono o un silencio, capaz de poder captarse en una conversación telefónica o en un encuentro, donde los gestos cuentan más que las palabras.

Aún utilizando Skype con cámara, se apaga la computadora y no hay nada…quedan solos.

Si pensamos lo que decía Aristóteles: «El tacto conoce las diferencias. Es una fuente de nuestro poder más básico para discriminar. Nuestra primera inteligencia es sensorial. Esta sensibilidad primaria es lo que nos pone en riesgo ante el mundo, exponiéndonos a la aventura y al descubrimiento».

En suma, el tacto no es inmediatez ciega…los sentidos carnales son los que nos hace humanos, manteniendo el contacto con las cosas.

De esto deriva que la cultura actual favorece el aislamiento, a pesar que la tecnología nos da la posibilidad inmediata de «estar comunicados», aunque generalmente es en solitario. Estar frente a la pantalla, es otra forma de individualismo, de placer solitario, que puede caer en el autoerotismo casa vez más cerrado en sí mismo.

Esto hace que cuando se encuentren, la relación no marche porque han idealizado un estímulo, sin exigencias ni estrés. La relación, por así llamarla, resulta difícil porque entregar el cuerpo y recibir el otro, es muy complejo.

Las tecnologías han facilitado algunas posibilidades de encuentro, en distintas expresiones del placer, pero no reemplazan en nada el contacto real.

Hoy existe una confusión, se cree que el sexo puede alcanzar la abstracta e intangible «felicidad», por la satisfacción del deseo. Además, hay una misteriosa necesidad de hacer público lo más íntimo, lo privado, sin importar quien lo va a recibir o a ver.

Es como si se hubiera terminado el mundo privado, que es muy rico y creativo. Enfrentamos un tipo de relación masturbatoria, carente de autenticidad.

Cualquier manifestación de simulación o reproducción de encuentros amorosos (lo vemos en el teatro, en las películas, en los versos de los juglares, en las redes y más…) no son como el encuentro material y auténtico, dado que antes se forjaron en la soledad otras imágenes.

Esto hace pensar en Borges, en Ficciones (Las ruinas circulares) dice: «El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural. Quería soñar un hombre, quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad».

 El sociólogo Zygmut Bauman, analizó las relaciones sentimentales «online», a las que no duda de considerar incapaces de acudir en nuestra ayuda en caso que lo necesitemos, esto habla de la fragilidad de los vínculos humanos.

Nos dice que la mitad del día lo pasamos «online» y la otra «offline» y que los vínculos se pierden porque lo que tenemos frente a nosotros es una pantalla, pero no otro ser humano y esto da falta de compromiso y lugar a establecer relaciones cortas y desechables.

Todo es más fácil online para evitar la sensación de estar solos, abandonados, inermes, desamparados, innecesarios y olvidados.

Las redes ofrecen libertad, pero si se oprime una tecla, se rompe una relación que no es satisfactoria.

Se trata de una apuesta segura, del sentimiento placentero de «estar cerca», sin la amenaza real de la cercanía que acerque tanto que incomoda.

Hasta ahora, en el campo de las relaciones interhumanas hay un territorio desafiante y resistente a allanar y suavizar los caminos escabrosos y desiguales, a enderezar sendas oblicuas que tratan de librarlos de trampas y emboscadas que lo manchan.

El amor online atrapa a sus clientes con el señuelo de satisfacer su narcisismo, dado que tener a otra persona en la pantalla, se reduce a incluirla en nuestro «salón de espejos favorecedores», pero el empeño de gustar plenamente es incompatible con las relaciones amorosas.

Antiguamente el amor y el sexo estaban generalmente unidos, hoy hay una línea divisoria entre estos, se puede tener sexo de forma recreativa o se puede optar por un compromiso a largo plazo. En la primera forma, el autocontrol es fundamental para evitar compromisos y que sea de una manera recreativa…pero, no deja de ser dos opciones dentro de la individualidad, que actúan en direcciones contrarias.

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